Una ventana abierta a las andanzas británicas de los alumnos de 2º ESO del Colegio de Jesuitas - Burgos

miércoles, 13 de febrero de 2013

Golden London Eye


Hoy hemos vivido una película de acción de esas en las que el protagonista va por tierra, mar y aire para lograr una misión imposible al servicio de su majestad. Por tierra, el tren y el autobús; bajo tierra el metro, por el Támesis el ferry y por los aires la vuelta al iris del London Eye que nos regaló las mejores vistas de esta urbe inmensa y magnífica que hoy nos abría las pupilas.

Madrugamos para salir a tiempo de la estación de tren. Tras hora y media de viaje llegamos a Londres atravesando campiñas nevadas mientras un tímido sol no se atrevía a salir de entre las nubes. Al llegar, la primera prueba, nuestra conexión en el underground estaba cortada. Media vuelta y dos trayectos de metro más con transbordo incluido. Mientras James Bond hace estos giros en segundos, multiplicad por setenta chavales nuestra peripecia en hora punta y veréis que tenemos un mérito que no se recompensa con una congratulación de la Queen. Por si colaba le pedimos alguna de sus joyas al pasar junto a la Torre de Londres y el Tower Bridge, pero Elisabeth no estaba para bromas, después de la renuncia del Papa pensaba que ella podía ser la siguiente. Así que pelillos a la mar, mejor dicho al Támesis, por el que un ferry nos llevó hasta los pies del London Eye. Subir a la cima de la City y reconocer desde el horizonte todo lo que siempre hemos leído de la capital británica nos hacía sentirnos volando en una mezcla entre Peter Pan y Mary Poppins. Toda una experiencia de altura.

Al bajar a tierra, pies para qué os quiero, paseo junto al Big Ben, the Houses of Parliament y Downing Street para saludar al Primer Ministro. En su puerta esperamos un autobús que se resistió a llegar pronto y con el que recorrimos las calles más famosas de Londres para acabar en Picadilly Circus. Descanso, paseo y compras; luego callejeamos por China Town para volver después a la vorágine del metro hasta King's Cross Station. El tren, de nuevo en hora punta y vuelta de puente fue otro atracón de prisas y carreras, en el que nos dio tiempo a emular a Harry Potter al entrar en el andén 9 3/4 y a completar la misión encomendada al mejor y más agil de los espías al servicio de su majestad. Si él decía que era Bond, James Bond, nuestro día fue Genial, francamente Genial.

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